lunes, 22 de agosto de 2016

Microrrelato: Verdades de un oscuro camino

Ella mira un cielo sumergido en las aguas del desastre, ese caos que fue su sombra y pintó una débil sonrisa en su pobre mente. El camino se oscurece a su paso, luces pequeñas, pequeñas lunas. El pesar de cada paso le recuerda un pasado del que quisiera enterrar en lo más profundo de su sombra, como un ser vivo que podría decirse esta tan vivo, como muerto.
El camino es largo, pero lamentablemente seguro. Cada pisada la acerca más al final inevitable que todos compartimos. Lagrimas caen en suave silencio, como si nunca hubiesen nacido. Expresan el dolor de una vida sumida ante las verdades y el calvario inconsciente de un camino del cual ya sabes su final. Esa verdad que lastima su corazón desde el mismísimo inicio, tortura su alma y la persigue en débiles susurros. Una salida, ella la conoce. Fija la vista en el horizonte con paso firme; ha dejado atrás la luz que la acompaña y su sombra, su única compañía, se esconde en un mundo devorado por la penuria.

Kinafune

miércoles, 17 de agosto de 2016

Microrrelato: Anécdotas de un bosque culpable

Yace su cuerpo en el piso, la esperanza que albergaba ha abandonado su rostro. Sus manos están heladas, cual gélido glacial. Quien una vez fuese un hombre, no es más que el despojo, el remedo de ser que alguna vez existió. ¡Oh, pequeño significado! Cuan pequeño debe ser para cubrir el olvido de un recuerdo que nunca fue deseado. Pronto se encuentra a sí mismo en un bosque. La niebla ha consumido casi en su totalidad al follaje. Arboles con sogas atadas a sus ramas. Los pies poco a poco comienzan a ceder. A pasos cortos y torpes se adentra en la infinita arbolada. Frascos vacíos y vendajes ensangrentados por el suelo.
Un hedor a putrefacción invade el aire. Poco tiempo pasa para que su estómago se vaciara y el suelo quede manchado. Se tapa la nariz en busca de un escape, pero es inútil, el olor se ha aferrado  a su cuerpo. Corre desesperadamente en busca de una salida, pero solo consigue precipicios, a menos que eso se considere una salida.
La desesperación comienza a tocar a la puerta. Con las uñas comienza a arañarse la cara, en un desesperado intento por salvarse de su inmutable destino. El frió había afectado su tacto y su audición, el hedor su olfato, la niebla su visión y ahora su sentido del gusto, por la sangre que caía de su sangre a su boca. Con un gran esfuerzo, logra caminar un poco más y llegar hasta un gran árbol, el cual estaba rodeado  de árboles más pequeños a sus extremos, los cuales impedían el paso si se quería seguir más adelante. Sus piernas ceden y cae sobre sus rodillas. Al levantar su mirada, un grito ensordecedor no se hizo esperar. Yacía el cuerpo de una joven mujer ahorcada en una de las sogas. Claramente había sido golpeada antes de ahorcarse, o de haber sido ahorcada. Un miedo inexplicable inunda su cuerpo, reconocía los ojos de aquella mujer. Ojos que lo persiguen y asechan. La cordura había perdido, ahí tirado, en su bata blanca y espumosa, cómoda habitación.

Kinafune

viernes, 19 de febrero de 2016

Microrrelato: En memoria de un fantasma guerrero

Gotas fluyen por tus dedos, se desplazan y caen al suelo en suave silencio.  Recuerda el momento, ese último instante en el que tu voz no pudo escapar, que la dicha invadía tu cuerpo y tus piernas temblaban. Mira hacia el horizonte que se extiende hacia a ti, que tus pasos sean libres como el ave que abandona su jaula. No mires atrás, que tus pisadas no sean solo parte de un pasado, fruto de tu efímero presente, no.

Esa sonrisa que cautivó a las tropas y a los desamparados, que nunca se borre. Ahora que él no está presente, es tu deber. No olvides que su partida nunca fue una ilusión, sus palabras no se desvanecen. Ojos con mirada penetrante, se fijan en un infinito y basto futuro. Estará contigo en cada pisada, en cada victoria y cada derrota, en esos instantes previos a la vuelta de su memoria. Lagrimas que danzan con el viento, el consumado e inverosímil  anhelo, ha inundado su cuerpo.

Kinafune

domingo, 7 de febrero de 2016

Microrrelato: Interpretación de una sociedad necrótica

Disfruta, que el escenario es tuyo. Vea al pequeño maestro entrar por la puerta. Aunque los años pasen, su sombra no desaparece. No te molestes en despertar, ese sueño es tu única realidad. Canta a las sillas vacías, un escenario mutilado por la desidia palpable en las venas de una piel transparente, esa que abandona  la concordia. Su única audiencia, un joven de desequilibrado caminar, que la luz siempre persigue mientras muerde sus talones.

Hebras que caen con el trascurrir del tiempo, hedor de necrópolis.  Vestido de seda blanca que danza con los delicados vientos de una infinita soledad. Pequeño, este es el presente que te toco vivir. Mira el largo salón, donde no habitan humanos. Ese en el que solía deleitar a la podredumbre de amplios bolsillos y chistera alargada. Aplaude su gracia sin fin. Acerca tus pasos a sus deseos inconclusos y libérala de su destino sisifiano.

Kinafune

viernes, 29 de enero de 2016

Microrrelato: Culpas de un cartucho

Ya mi amigo me había dicho que partiríamos, debo admitir que tengo miedo. Mi piel esta helada y apenas puedo ordenar mis pensamientos. Me aferro a los recuerdos de mi familia, a esa pequeña caja de cartón donde solíamos vivir, a un destino que todos conocíamos y temíamos. Ese fusil que había sido mi compañero durante toda mi vida, ese que nunca quise conocer. La razón es bastante simple, siempre pensé que el seria quien le daría fin a mi vida.

Hermanos que vuelan por los aires, olor a pólvora y sangre que se dispersa con ayuda del viento. Mi conciencia se difumina, sin embargo, está tranquila. Mi único propósito, no lo he cumplido. Ese destino que rige la existencia de mis iguales, lo he eludido. Ese compañero que nunca quise conocer, ese camino que nunca quise transitar, los he evadido. Mi conciencia está limpia, por fin puedo descansar.

Kinafune

miércoles, 20 de enero de 2016

Microrrelato: Diario de un efímero

Ella mira al infinito, busca su mirada en los alrededores del parque. Recordar los mementos antes de saber cómo terminaría todo. Aun puede ver su rostro y su reflejo en el espejo destrozado. Correr por la solitaria calle de madrugada, zapatos rotos y respiración acelerada. Ropas manchadas de los sueños y esperanzas de quien fuese el último ser en su vida. Las sombras, su constante susurrar le muestran el camino que ha elegido, el que tuvo que tomar.

Pies adoloridos obligan a su cuerpo a ceder, cayendo al suelo. Sus manos tiemblan por el frió, sus ojos se posan en un cielo tan inmenso como la culpa que le abraza. Las fuerzas abandonan el cuerpo, ella pide por su voz, por las palabras que siempre esperó. Alza la mano en busca de su rostro, que nunca podrá alcanzar, porque lo ha dejado atrás.

Kinafune

sábado, 16 de enero de 2016

Microrrelato: Melodía de una frontera

Como gotas de agua que fluyen a través del cielo, vienen a cumplir su viaje en el mundo. Pequeños que flotan a través de los azules y blancos de lo eterno. De sus hermanos, que nunca conocerán, con destino opuestos. Flores de verano los conectan por lazos de eterna existencia.  Pétalos fundidos en el viento que viajan al sin fin, en busca de ventura, la ineludible fuente del fin del viaje emprendido.

Que sea un toque de luna, traspase por las corrientes de las tierras de sol. Fina cabellera, permea las aguas, fino toque que tañe las olas en un vaivén. Melodía que rompe las sombras de taciturno vivir. El descanso ha llegado, llora por la dama del alba, cruza la frontera y permite que su sonrisa rompa las paredes, toca el rostro y permítele avanzar en el camino. Toma la mano del último viajero del cielo. 

Kinafune

sábado, 9 de enero de 2016

Microrrelato: Muerte en el fin

He aquí al caballero de arma insolente, mente ciega y corazón oprimido. Deambulante señor, el peso de las cadenas, la marca del rencor ensaña su oscura piel. El camino se torna gris y el cielo en su inmensidad, te hace perder la noción del tiempo. Fino manto cristalino que abraza la piel, la consume.
¿Recuerdas el por qué estas aquí? ¿Puedes verte al espejo? Sangre en manos, rojo brillante que nunca se borrara. Pies despellejados y sed eterna atormenta el alma de un ser miserable.
Pecados pesan sobre su espalda. Su boca, cosida, que le impide que su voz alcance nuevamente este mundo. Sollozos sostenidos que nunca llegan. La muerte, deseo inalcanzable, grita en su mente ante la ironía de quien arrebata la vida a sus seres queridos, condenado a un eterno calvario. Sus ojos piden ayuda, inmortal condenado a la miseria. En su mente, un solo pensamiento: ¿Cuando?

Kinafune

viernes, 8 de enero de 2016

Microrrelato: Carahiri

Por la rejilla me observa mi atento cautor. Me ha dejado una pequeña bandeja plateada con algo de alimento. El sabe que lo observo a través del espejo, el agua y en la taza de café. Mi cuerpo solo lo cubre ropa totalmente blanca, hasta podría hacerme pasar por un enfermero.
"Carahiri", como decidí nombrar a mi no tan querido cautor, lleva una mascara de esas que les he visto usar a los doctores y a la gente enferma. Debo admitir que ese sujeto me recuerda a alguien, aun con la mascara, se que he visto su rostro.
Bueno, suficiente de mi. Me gustaría hablar sobre lo que me rodea, eso, para aliviar la pesadez, el intenso sentimiento de locura reprimida que me agobia y me oprime como cadenas de fierro. Fijamente observo el librero al lado de mi cama y noto algo nuevo. Sobre la mesita yacen 2 tazas de café. Una llena, la otra vacía. Pienso, no recuerdo haber estado en la misma habitación con otra persona durante ya mucho tiempo, ni si quiera el ha entrado aquí, al menos no que yo sepa.
Esta bien, lo admito. Sin mucha pelea como quizás se puede apreciar. Soy preso de cuatro paredes, soy preso de mi taza de café, de la suya, de mi mismo. Soy preso de "Carahiri"

Kinafune

Microrrelato: Caja fina

Ahí yace mi penuria, el escombro recalcitrante de mis deseos. Hierro fundido en huesos y carne flotan en una nube de penoso calvario. Triste sepulcro para quien una vez fuese el segundo escalón de la escalera de la vida de su humilde narrador. No me sopesa el pesar, es mas, me eleva en nubes negras y me transporta por la aguja del tiempo.
Fina cabellera negra que se sumerge en los vientos cálidos de una tierra de dolor y hambruna que hierve las lagrimas de un corazón dividido. He decidido acabar con tu camino con la mas mínima paz. Nada merecido para la rosa quemada, que a pesar de las cenizas en su vestido, finas espinas siempre prevalecen, crecen y se aferran al desigual pecado indolente.

Kinafune