Gotas fluyen por tus dedos, se desplazan y caen al suelo en
suave silencio. Recuerda el momento, ese
último instante en el que tu voz no pudo escapar, que la dicha invadía tu
cuerpo y tus piernas temblaban. Mira hacia el horizonte que se extiende hacia a
ti, que tus pasos sean libres como el ave que abandona su jaula. No mires
atrás, que tus pisadas no sean solo parte de un pasado, fruto de tu efímero
presente, no.
Esa sonrisa que cautivó a las tropas y a los desamparados,
que nunca se borre. Ahora que él no está presente, es tu deber. No olvides que
su partida nunca fue una ilusión, sus palabras no se desvanecen. Ojos con
mirada penetrante, se fijan en un infinito y basto futuro. Estará contigo en
cada pisada, en cada victoria y cada derrota, en esos instantes previos a la
vuelta de su memoria. Lagrimas que danzan con el viento, el consumado e inverosímil
anhelo, ha inundado su cuerpo.
Kinafune
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